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segunda-feira, 17 de outubro de 2011

Opinião: El periodismo es convocado a preservar la vida

Por Juan Carlos Camaño
Con la firma de Luís Ovalle, Jefe de Redacción del Centro de Reporteros Informativos sobre Guatemala, CERIGUA, un extenso y exhaustivo informe sobre la realidad de dicho país, y de los medios de comunicación y los periodistas, fija con contundente claridad qué ocurre en un fárrago de violencia, silencios y muertes.
 CERIGUA – miembro asociado de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP)-, sostiene sus informes, que dan cuenta de lo que pasa en Guatemala, en datos fehacientes y en una historia –la propia- no sólo creíble por lo comprobada en su  militancia en nombre de la justicia, sino en el compromiso con los sectores más vulnerables.
 Al describir lo sucedido en el primer semestre de este año, CERIGUA afirma, refiriéndose al contexto país, que se trata de “un funesto escenario”. Terminante. Sin eufemismos.
 El informe recuerda que el conflicto armado en Guatemala “duró treinta y seis años”. Y agrega que: “dejó al menos 200.000 asesinados y 38.000 desaparecidos”. Escalofriante, a pesar de que la memoria de la sociedad consumista –en Guatemala y más allá- se desvanezca en lo confuso y vertiginoso de lo cotidiano: plagado de más y más violencia.
 “En el período de la post-guerra – asegura CERIGUA- ha habido en el país 64.214 asesinados” y en tal estado de situación, que hace de contexto histórico al día a día, el periodismo, en términos generales, “ha optado por la autocensura”. El marco socio económico al que alude CERIGUA describe el crecimiento de la pobreza, la indigencia, la violencia generalizada, el accionar del crimen organizado y la impunidad. Algo que, como sabemos, se ha regado por distintos países de la región y del mundo.
 La mitad de los niños del país, destaca el informe, están desnutridos; al mismo tiempo que una de las más altas tasas de mortalidad maternal sobresale entre los países de América Latina. Ante esto, y lo antes señalado, la impunidad. Y, por lo tanto, protestas y denuncias encuentran su medida: un Estado que “criminaliza las luchas”. Y un periodismo, amenazado de muerte, que para preservar vidas –y no engrosar las listas de la matanza- se autocensura. Justificadamente.
 Como muy bien lo resalta CERIGUA: “… ninguna noticia o primicia vale la vida y seguridad de un periodista o de su familia”.
 El informe de referencia alerta acerca de que la violencia ha avanzado a un punto de confundirse con los datos de muertes y desgarro social de los tiempos del “conflicto armado”. Y demuestra que en el país “son asesinados por día entre 14 y 16 personas”.
 En lo inherente a la labor de los trabajadores de la prensa, CERIGUA –como siempre lo ha señalado nuestra colega Ileana Alamilla, directora general del Centro de Reportes, aboga por “la unidad del gremio, para afrontar los riesgos y reducir el peligro”.
 En su constante labor al servicio de la libertad de expresión, el respeto a las minorías y la defensa de la vida, CERIGUA ha editado “La Cartilla y Guía Práctica para periodistas y medios de comunicación”; “El Manual de Mecanismos de Protección” y “El Protocolo para la protección del Periodista”. En todos ellos convoca a asumir normas mínimas de seguridad; a exigir se respeten los derechos contenidos en las leyes nacionales e internacionales y a privilegiar la vida, no únicamente ante la mentira organizada, sino, también, ante la muerte programada.

                                                                                             (*) Juan Camaño é presidente de la FELAP.

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